Hacia una España Mejor

miércoles, noviembre 12, 2014

Los viajes de Monago

No creo yo que haya causado mucha sorpresa entre los españoles la cosa esta de que el presidente de Extremadura, José Antonio Monago, viajara en 32 ocasiones a las islas canarias desplazándose en avión con cargo al bolsillo de los contribuyentes para visitar a su novia cuando ostentaba el cargo de senador y no lo creo porque cada vez más son muchos los políticos involucrados en casos de corrupción, porque aunque Rajoy diga que son casos aislados y nunca generalizados, la última tacada ha supuesto la detención de 51 personajes relacionados de forma directa e indirecta con la actividad pública, la cosa está siendo ya más que preocupante. A este paso los españoles vamos a tener que, aparte de pagar los impuestos normales, establecer una derrama para aportar más fondos al erario público a fin de satisfacer la “demanda” de estos bolsillos insaciables. Resulta que el novio viajero, cuando se descubrió la cosa, dijo que él se pagaba de su bolsillo los pasajes del avión y que lo podía demostrar, pero el caso es que no ha podido y al final ha decidido devolver el dinero que se gastó en esos billetes de avión y pregunto yo: ¿A quién se lo ha devuelto? ¿De quién era el dinero? A lo mejor es que se lo pidió prestado a un amigo, pero no, no, lo que realmente ha ocurrido es que parece ser que por si él no lo sabía, alguien le ha dicho que en el Código Penal existe el artículo 433 que dice lo siguiente: “La autoridad o funcionario público que destinare a usos ajenos a la función pública los caudales o efectos puestos a su cargo por razón de sus funciones, incurrirá en la pena de multa de seis a doce meses, y suspensión de empleo o cargo público por tiempo de seis meses a tres años”. Más adelante se añade: “Si el culpable no reintegrara el importe de lo distraído dentro de los diez días siguientes al día de la incoación del proceso, se le impondrán las penas del artículo anterior”. Esto y solo esto que apunta el CP es lo que ha provocado, seguro, el que el enamorado que se gastaba el dinero público viajando para ver a su novia haya decidido devolver a la voz de ¡ya! el dinero indebidamente gastado. Hay una sentencia sobre el caso GAL en el que se condenó por malversación incluyendo dentro de la malversación los gastos de billetes de avión. La sentencia en cuestión tuvo lugar en Madrid el 16 de noviembre de 2007 en la Audiencia Provincial, sección vigesimosexta, Rollo Abreviado 35/06, D. Previas 313/05, Juzgado de Instrucción 19 de Madrid, Sentencia número 769/07 por el Tribunal formado por las magistradas doña Teresa Arconada Viguera como presidenta, doña Pilar Alhambra Pérez, como ponente y doña Rosa Núñez Galán que fue el que vio en juicio oral y público la causa antes referenciada, seguida por un delito de malversación de caudales públicos. La sentencia ocupa 46 folios y es por ello por lo que naturalmente no la transcribo por lo que doy sus referencias por si alguien la quiere consultar. Pero no, Monago no dimite, aquí no es como en Finlandia donde una ministra dimitió porque utilizó la tarjeta que se le da a los ministros para gastos relacionados con su función comprando una chocolatina en la tienda de un aeropuerto. España, en lo que respecta a los políticos es, como ya dije en uno de mis anteriores comentarios, “El país de nunca dimitir”. La mies es mucha, aunque cada vez es más escasa, y no es cuestión de desaprovecharla. Parodiando la célebre frase pronunciada por don Hilarión en la famosa zarzuela “La Verbena de la Paloma”, se puede decir que “los tiempos cambian que es una barbaridad”. Recuerdo, esto es real, que un buen amigo mío se hizo novio de una muchacha, hoy su esposa, que vivía en el medio rural e iba todos las días por las noches a “festear” en bicicleta y en plena oscuridad hasta el punto de que una de esas noches en las que él y su novia iban de regreso de la ciudad, era domingo, a la casa de ella y de pronto ambos se vieron dentro de una acequia de riego por la que circulaba en ese momento el agua quedando ambos empapados de pies a cabeza. La cosa tenía mucho mérito y requería gran sacrificio, mucha fortaleza física y no exenta de riesgo ya que incluso había que cruzar un barranco sin puente y dejarse caer por una de las dos laderas y subir por la otra, montados los dos en la misma bicicleta. Como muy acertadamente se puede pensar, mi amigo no estaba en las debidas condiciones físicas para despedidas muy “festeras” a la hora de despedirse de su novia para volver al pueblo, sin embargo Monago si estaría en plena forma al viajar en avión a la hora de “cumplir” como un novio debe hacerlo. En fin…