Hacia una España Mejor

domingo, septiembre 15, 2013

Ni aunque lo diga el Papa

Está claro que las personas homosexuales lo tienen bastante difícil para que sea respetada su libertad por parte de determinados individuos cuya intolerancia tiende a privarles de esa libertad. Hemos oído todo tipo de barbaridades por parte de “personalidades” de la Iglesia Católica en lo referente a esta cuestión que algunos han dado en calificar de antinatural, cuando se trata de una forma de entender la vida, algo muy normal en las personas ya sean estas homosexuales, heterosexuales o bisexuales. Cada cual es libre de elegir como y de qué modo desea pasar por la vida, sin que tenga que dar cuentas a los demás y ser consecuente con sus inclinaciones naturales. La homosexualidad se vio castigada en tiempos en que los que se consideraban personas cultas y “temerosas” de Dios castigaban a los homosexuales con la muerte en la hoguera, pasando por la feroz represión que introdujo la dictadura franquista contra lo entonces denominados “violetas”. Este estado de cosas se van desterrando, pero siempre quedan los intolerantes, esos intolerantes que a raíz de que se legalizara en 2005 en España el matrimonio entre personas del mismo sexo, se han visto obligados, muy a su pesar, eso se les nota, a variar la forma a la hora de criticarla. Después de 2005 hemos tenido que escuchar manifestaciones de la Iglesia Católica a través de destacados dirigentes cosas tales como las que se dijeron en julio de 2010 por parte del arzobispado de Valencia de que la homosexualidad era una “disfunción”. O lo dicho por el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, que desde el arzobispado del cual era, o sigue siendo titular, publicó en julio de 2011 una guía para “curar” la homosexualidad. Evidentemente la Iglesia se ha cubierto de “gloria” y a la vista está, ha hecho y sigue haciendo el más espantoso de los ridículos cada vez que se manifiesta sobre la homosexualidad poniendo de manifiesto su errática visión sobre este tema y su intolerancia ante el hecho de no aceptar la realidad de que cada persona merece ser respetada en el sentido que quiere dar a su vida. La ignorancia y la terquedad a la hora de aceptar un hecho normal lleva a algunos críticos a situaciones francamente grotescas como es el caso de esa doctora de Jaén que recientemente recomendó a un joven homosexual iniciar un tratamiento para curar su homosexualidad. Permítaseme la ironía o la posible frivolidad que puedan tener mis palabras cuando, como digo a continuación, por lo visto esta doctora pretende obtener el premio Nobel por curar una enfermedad que no existe. En cualquier caso y centrando la atención en lo que sobre la homosexualidad se ha dicho desde la Iglesia Católica que yo me quedo con la dicho por el Papa Francisco que en mi opinión reflejan el máximo respeto a la libertad de las personas cuando dijo refiriéndose a los gais, que quien era él para criticarles. Pero estoy seguro de que estas palabras del Papa no cambiarán la opinión de todos esos intolerantes homófobos que en muchos casos han ocultado casos de pederastia. No cambiarán diga lo que diga el Papa. A este respecto hay que decir que recientemente el Vaticano ha expulsado al nuncio de la República Dominicana por supuesta pederastia, por cierto una persona ya cargada de años. Eso sí es repudiable y no se debe tolerar. Hace ya mucho tiempo que desde el Vaticano se viene hablando de tolerancia cero con los religiosos pederastas pero no dejan de salir a la luz nuevos casos perpetrados por algunos individuos que son indignos de llamarse representantes de Dios como ellos mismo se definen. Hay que aceptar la homosexualidad como un hecho natural en la persona y rechazar la homofobia que no es más que una forma de expresión de la intolerancia.