Hacia una España Mejor

domingo, abril 08, 2012

De lo vocacional a lo práctico

Lo que son las cosas, yo siempre había creído que el sacerdocio no era una profesión sino más bien una vida dedicada a Dios y a los demás y ahora, con esto de la “oferta de trabajo” que ha hecho la Conferencia Episcopal Española (CEE), resulta que se trata de desarrollar un trabajo como otro cualquiera. Lo que no entiendo es como la Iglesia, los obispos españoles en particular, que no han mirado nunca con buenos ojos a los llamados “curas obreros”, siempre les han criticado las formas y el modo en que han interpretado y difundido la palabra de Dios entre sus feligreses de los barrios ocupados por la clase obrera e incluso han llegado a aplicarles castigos, sanciones y a cambiarles de parroquia por salirse de la ortodoxia y del ritual de la Iglesia Católica, por eso, repito, no entiendo que ahora ofrezcan el servir a Dios y a sus semejantes como si de un trabajo más se tratara.
A parecer los obispos, la CEE, han querido aprovechar la situación de desempleo en que se hallan los jóvenes y los menos jóvenes y han copiado a las fuerzas armadas en lo que a reclutar gente se refiere. Esto me trae recuerdos de mi lejana juventud con aquel eslogan de la Armada que decía: “Muchacho, la Marina te llama”. En este caso quienes llaman son los obispos, y para ello han empleado anuncios en los que se dicen cosas tales como: “No te prometo un gran sueldo, te prometo un trabajo fijo”. Lo que no hablan es de horarios, jornada laboral, vacaciones y pagas extra. Imagino que al tratarse de un trabajo fijo se dará de alta en la Seguridad Social al interesado. Tampoco se dice nada sobre si al trabajar en domingo esto será compensado pagándolo como horas extra o a cambio de librar un día entre semana. Son detalles importantes que hay que matizar muy bien a la hora de firmar el contrato.
En fin, el caso es que estamos cambiando lo que debe ser vocacional por lo práctico, por tener un trabajo fijo. Yo creo que en esto se equivocan los obispos, un cura no se puede situar en el altar para trabajar, lo que en realidad debe hacer no tiene nada que ver con el trabajo sino con dirigir la palabra a los asistentes a la misa y que esa palabra sirva para despertar muchas conciencias y al mismo tiempo el propiciar que todos seamos un poco mejores en nuestra conducta y en el respeto y solidaridad hacia los demás. En cierta ocasión un amigo me contó que cuando el sacerdote acabó la misa, él, mi amigo, se fue a la sacristía y le dijo al cura que él había ido a la Iglesia a oír misa no a ver al cura trabajar y que la misa no era un trabajo a destajo que debía “despachar” lo antes posible. Esa fue la impresión que sacó mi amigo al ver la rapidez con que el oficiante “tramitó” la misa.
Es fácilmente deducible que el “banderín de enganche” es, como antes he dicho, para jóvenes y menos jóvenes ¿han pensado los obispos como entenderán los “alistados” o “contratados” lo del celibato? Puede que a la larga tengan problemas, pues todos acuden entusiasmados a la “oficina de reclutamiento” pero cuando suenan los primeros tiros se echa de menos el calor del hogar, de la familia. ¿Han tenido esto en cuenta los obispos? Tendrán problemas.