Hacia una España Mejor

lunes, agosto 03, 2009

El hijo del cura


No, no voy a comentar nada sobre esa película, con el mismo título, dirigida en 1981 por Mariano Ozores e interpretada por mi admirado Fernando Esteso y otros magníficos actores de aquellos tiempos. Lo que ocurre es que acabo de leer en El País, en su edición del pasado domingo, dos de agosto, que el Vaticano estudia que los hijos de los sacerdotes lleven sus apellidos y puedan heredar los bienes de su padre.
El País se hace eco de un artículo publicado por La Stampa en el cual se informa de que la semana anterior se celebraron varias reuniones para tratar esta problemática, impulsadas por la Congregación para el Clero, que preside el cardenal brasileño Claudio Hummes. Según el diario matutino italiano los casos de sacerdotes que viven en concubinato y tienen hijos son cada vez más numerosos, sobre todo en América Latina y países europeos como Austria. Apunta el diario que los reconocimientos de paternidad con las pruebas de ADN disponibles en la actualidad, podrían suponer una avalancha de procedimientos judiciales para el reconocimiento de esos hijos. Esto me lleva a pensar que la Santa Sede ante la posibilidad de que se le “amontone la faena” ha decidido adelantarse a los acontecimientos para de este modo lograr que la explosión sea una explosión controlada para que no suene muy fuerte.
Esta posibilidad que se apunta desde de El Vaticano puede parecer que sea el primer paso para desterrar el celibato en lo que concierne a los sacerdotes católicos, pero si alguien espera que esto se pueda dar se equivoca de medio a medio. Si la Santa Sede admite que el número de sacerdotes que viven en concubinato es muy numeroso, es porque la cosa esta ya está a punto de ser escandalosa. Lo del ADN no es ninguna broma y cuando las concubinas que han engendrado hijos por haber practicado el hecho sexual con sacerdotes comiencen a reclamar herencias recurriendo a las pruebas de ADN el “cirio” que se puede montar puede poner en claro muchas cosas que estaban en la oscuridad.
La Iglesia Católica lo tiene muy mal en esto de los hijos de los sacerdotes. Un acto de pederastia se puede ocultar aunque este tipo de abuso haya sido reconocido por la Iglesia Católica –que remedio- pero un hijo es muy difícil de ocultar. Como diría un obispo a su secretario: “Con al ADN hemos topado”.