Hacia una España Mejor

martes, julio 21, 2009

Los regalos


El acontecer político y mediático ha entrado en una dinámica de acusaciones e informaciones que giran, la mayoría de ellas, en torno a los regalos que reciben los cargos públicos.
Ahora le ha tocado el turno a Rita Barberá, la que destapó el “escándalo” de las latas de anchoas que Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria, le regala a Zapatero cada vez que el presidente cántabro va a visitarle a la Moncloa. Aquí la cosa va como en el parchís: “De oca a oca y tiro por qué me toca”. Rita Barberá, ha dicho que se querellará contra quien ha difundido que El Bigotes, le regala, presuntamente, desde hace cuatro años, según se afirma por parte del periódico denunciante, en este caso El País e Información de Alicante, bolsos de Louis Vuitton, y que plantará ante el juez ha quien asegure tal circunstancia. Ahora, para añadir más leña al fuego, sola falta que alguien entre a valorar si son las anchoas un regalo más caro que un bolso de Vuitton.
Yo no voy a entrar a valorar si es cierto lo que se dice o no, pero sí que como ciudadano de a pié, estoy echando de menos una normativa que regule adecuadamente esta cuestión. Mientras esta normativa no exista no podemos criticar o acusar a ningún cargo público por recibir un regalo, ahora bien, los regalos se deben aceptar según de quien vengan, esto es algo que los cargos públicos, los políticos en general, deben tener muy presente, porque, y esto a nadie se le escapa, hay regalos y regalos. Hay regalos por pura cortesía, por simpatía o por una razón de naturaleza institucional y los hay también por intereses muy concretos y esto último nos lleva a los que antes he dicho: Los regalos se deben aceptar según de quien vengan.
Si en cuestión de subirse los sueldos, los políticos muestran su unanimidad sin fisuras, deberían, por cuestión de conservar su imagen limpia de toda sospecha, afanarse en elaborar esa normativa que regule los regalos, pero no sé, tengo mis dudas, eso sería renunciar a recibir más y no sé si nuestros políticos estarían dispuestos a “sacrificarse”. No dudo, ni afirmo. Simplemente no lo sé.