Hacia una España Mejor

martes, diciembre 11, 2007

Guardian y custodio


Quien les iba a decir a los obispos que tanto protestaron y criticaron, y lo siguen haciendo, la Ley de la Memoria Histórica, que esta ley les iba convertir en guardianes y custodios de los últimos vestigios del franquismo. Para ello basta con que la Iglesia invoque razones artístico-religiosas para no tener que retirar de sus edificios símbolos que recuerden a la Guerra Civil o a la Dictadura.
Lar verdad es que no se cuanto de artístico y religioso puede contener algo que esté relacionado con la figura del Dictador, desde luego nada que pueda ser artístico y en cuanto a lo religioso no creo que en algunas Iglesias desde las cuales el general salió o procesionó en su interior cubierto bajo palio, esa especie de sombraje con el cual le protegían del sol y de la lluvia, creo que lo hacían por eso, no quiero pensar que lo hacían por que consideraban un personaje divino a tan singular sujeto, no creo, repito, que semejantes artilugios estén guardados en alguna urna de cristal para que puedan ser contemplados por los nostálgicos. Aunque pienso que la Iglesia no se pueda felicitar a si misma por haber sacado bajo palio a un personaje que firmó sentencias de muerte que incluso afectaban a menores de edad.
Creo que eso de convertirse en conservadores, protectores y salvaguardas de la memoria de una época que a muchos españoles aún les infunde miedo y terror, es algo que los obispos deberían sopesar ya que no creo que Dios esté por la labor de que en las iglesias se muestren cosas que levantan sentimientos que no son precisamente de amor, de confraternidad y por tanto de perdón. También creo que eso de “amaos los unos a los otros” choca con esa exhibición de símbolos en un edificio, la iglesia, donde se debe rendir culto a Dios y no ha quien asesinó a muchas personas por el simple hecho de que no pensaban como él.
Si esto así lo hacen los obispos, conservar las esencias del franquismo, no me extrañaría que un tanto de tapadillo exista ya alguna propuesta para beatificar a tan cruel y sanguinario individuo. En cualquier caso esta permisividad de la Ley de la Memoria Histórica viene a satisfacer, en parte, los deseos de los obispos y a confirmar que siempre estuvieron del lado de los poderosos, aunque ese poder se ejerciera y se manifestara de forma brutal contra los más débiles.