Hacia una España Mejor

lunes, noviembre 12, 2007

Zapatero se quedó y respondió

Independientemente de que Hugo Chávez, tenga motivos, y los tiene, para hablar mal de José María Aznar, por las reiteradas maniobras que para satisfacer a su amigo Bush, Aznar ha llevado a efecto contra Chávez, justo es reconocer que el foro elegido por el presidente venezolano no era el más apropiado ni el momento más oportuno para atacar tan directamente a Aznar. A una reunión de países tan singular como la Cumbre Iberoamericana, no se va a insultar a nadie sino que por el contrario hay que asistir a la misma con talante de concordia y con una buena disposición de dialogar. Estos eventos son muy importantes para los países latinoamericanos y no se puede ir a ellos con una clara intención de romper, por el contrario hay que asistir con espíritu constructivo. Hugo Chávez, se dejó llevar por sus vísceras y no por su cerebro y esto no es bueno cuando lo que se intenta es buscar soluciones para corregir y desterrar todo aquello que impide el desarrollo económico, social y culturar en Latinoamérica. No quisiera caer en la conclusión de que Chávez fue directamente a “reventar” la Cumbre y actuó de modo tan desafortunado porque sabía la reacción que se iba a producir en la representación española. Y no me gustaría llegar a este término por que esto puede reforzar las críticas de los detractores de Hugo Chávez. En mi opinión Chávez le ha hecho un flaco favor al resto de los países asistentes a la Cumbre Iberoamericana. Más que caminar hacia adelante lo que ha provocado la mala actitud de Chávez, ha sido la de que se haya dado un gigantesco paso atrás.
Hay otra cuestión que se ha suscitado por este desgraciado incidente que no es otra que la actitud de Juan Carlos I y de Rodríguez Zapatero. Los medios de comunicación han resaltado que el Rey se ausentó del lugar donde se estaba celebrando el acto de clausura y en menor medida han destacado la respuesta y el reproche de Zapatero a las palabras de Chávez. En mi opinión, Juan Carlos I no debió abandonar nunca el salón donde se estaba desarrollando el acto para a los pocos minutos volver. Eso no es una muestra de disconformidad, que era lo procedente, sino más bien una especie de rabieta infantil. Cuando se toma este tipo de decisión se mantiene hasta el final pase lo que pase y le pese a quien le pese. Por el contrario Zapatero aguantó y respondió y además muy bien, a las improcedentes palabras de Chávez, digo improcedentes por que no venían al caso ya que allí no estaba Aznar.
En cualquier caso el incidente ha servido también para poner de manifiesto, una vez más, la cerril oposición que el PP está llevando a cabo al culpar a Zapatero de lo ocurrido cuando el mismo Aznar le llamó para agradecerle su defensa. Un Aznar que cada vez que ha tenido ocasión, allende nuestras fronteras, ha insultado a Zapatero llamándole desde amigo de ETA hasta hacerle responsable del 11-M. Al final los gestos y las palabras ponen a cada cual en el sitio que le corresponde.