Hacia una España Mejor

lunes, noviembre 19, 2007

¿Quería Dios entrar?


He leído el interesante reportaje, publicado en El País el pasado domingo, escrito por el doctor Ramiro Rivera, que fue uno de los facultativos que atendieron desde el primer momento al general Franco cuando este sufrió los primeros síntomas de la dolencia que le llevó a la muerte, y lo he encontrado sumamente interesante. El firmante del reportaje nos cuenta que tuvo sus momentos de preocupación por las posibles discrepancias de tipo profesional que pudieran surgir entre él y el yerno del dictador, Cristóbal Martínez-Bordiu, jefe de del servicio de cirugía torácica y cardiovascular de la Paz, que en el momento de sufrir su suegro la tromboflebitis se encontraba en Manila.
Cuando Martínez-Bordiu, regresó a España, nos cuenta el autor del reportaje que les dijo que en su servicio disponía de una máquina corazón-pulmón artificial más moderna que la que tenía la Ciudad Sanitaria Provincial Francisco Franco, donde éste estaba siendo atendido. Los médicos de este hospital recabaron informes sobre la máquina propuesta por el yerno de Franco y la compañía les dijo que solo habían construido dos prototipos, que uno estaba en Suiza y el otro en Madrid y que en base a los resultados experimentales y a los clínicos obtenidos en Suiza, de Madrid no habían recibido información, decidieron interrumpir su fabricación. Esa misma tarde, cuenta el firmante del reportaje, se presentó en la Ciudad Sanitaria Francisco Franco el doctor Martínez-Bordiu con la máquina embalada y con detalles que daban a entender que nunca había sido desembalada y por tanto no había sido usada, aspecto este que confirmaron los médicos del equipo de Martínez-Bordiu.
Cuando al comienzo de esta reflexión mía decía que el reportaje me parecía interesante era por dos cosas: La primera de ellas me plantea una interrogante: ¿Quién iba a pensar que a tan poderoso personaje lo iban a utilizar como conejillo de indias y además someterle a un tratamiento a través de una máquina que la compañía que la había diseñado y construido, a nivel de prototipo, ante las resultados experimentales había decidido interrumpir su fabricación? Y la segunda se concreta en que cuando el doctor Ramiro Rivera, manifestó al médico de cabecera de Franco, Vicente Gil, el temor de que alguien del equipo de Martínez-Bordiu pudiera entrar en la habitación del dictador, Vicente Gil le preguntó al policía de paisano que vigilaba la entrada a la habitación de Franco que cual era la orden que tenía a lo que el policía le respondió “Don Vicente, a la habitación de Franco no entra ni Dios”. Mi reflexión es: En aquellos días ¿llegaría Dios a sentir la necesidad de entrar en la habitación del dictador? ¿Qué informes tendría Dios, supongo que facilitados por los obispos que sacaban al dictador bajo palio, de este siniestro personaje?
Sería muy interesante que algún obispo lo aclarase.