Hacia una España Mejor

viernes, julio 13, 2007

El zorro y las gallinas


El presidente de la Generalitat Valenciana, Francesc Camps, ha dado a conocer la composición del Consell, del Gobierno de la Comunidad Valenciana. Como conseller de Bienestar Social del cual dependen, entre otras cosas, la construcción de geriátricos, ha nombrado a Juan Cotino. Este conseller tiene muy cercanos vínculos familiares con los dirigentes de una de las empresas, privadas, claro, más importantes del sector geriátrico. Una de estas empresas, Sedesa, la preside Vicente Cotino Escrivá (primo del conseller) y un hermano del conseller es el principal accionista. Esta sociedad que opera con la marca Savia Centros Residenciales cuenta con una red de 14 geriátricos en la Comunidad Valenciana más otros diez en construcción. El conseller Juan Cotino, no ocupa ningún cargo en Sedesa, no por nada sino porque en estos últimos años ha ocupado cargos políticos; fue ex director de Policía, ex delegado del Gobierno y conseller de Agricultura, posee el 9,64% del accionariado de la mencionada empresa. Yo no se como andará la cosa de los geriátricos públicos en otras comunidades autónomas, pero aquí en la Comunidad Valenciana, la escasez de geriátricos de titularidad pública es más que patente por la desidia del Gobierno de Camps, pero lo cierto y verdad es que las privadas no están al alcance de esa mayoría de personas que por su edad y circunstancias precisan estar ingresadas y atendidas en un centro geriátrico. Mil quinientos euros mensuales cuestan la estancia en uno de estos centros privados. Eso siempre y cuando la persona ingresada pueda valerse por si misma, si tiene alguna dificultad de tipo físico o mental y precisa el apoyo de sus cuidadores la cuota se eleva hasta tal punto que los precios resultan prohibitivos. De hecho el precio base ya lo es.
La carencia de geriátricos públicos en la Comunidad Valenciana está propiciando el que personas mayores estén viviendo solas en sus domicilios y en otros casos insuficientemente atendidos por sus familiares ya que en los tiempos actuales todos los miembros de la familia tienen que trabajar para sacar adelante su economía y poder pagar sus hipotecas. La inmensa mayoría de estas personas solo cuentan con una pensión que en la mayoría de los casos no les llega ni para su propio sustento, mucho menos para pagar una plaza en un geriátrico privado.
Sin salirme del tema, quiero poner como ejemplo un caso que ocurrió en el hospital de mi ciudad donde había un médico responsable del Área de Oftalmología, que a la vez tiene montada una clínica oftalmológica por todo lo alto. Llegó un momento en que la lista de espera en esa área hospitalaria era escandalosa por el número de pacientes en espera y los meses, no los días, para ser atendidos se alargaban cada vez más. Algunos, entre los que me cuento, tuvimos que decir públicamente que no nos parecía, ni serio, ni ético ni fiable el que el responsable, en teoría, de arbitrar medidas para mejorar y agilizar el servicio de oftalmología, fuera titular de una clínica privada que no “daba abasto” y en la que muchos pacientes que estaban en lista de espera en el hospital al final iban a parar a la clínica propiedad del Jefe de Área de Oftalmología del Hospital. Al final hasta me atreví a decir, en uno de mis artículos escritos al respecto, que aquello era como poner a un zorro a cuidar gallinas. Al final este médico se lo pensó y dejó el Hospital para dedicarse a su clínica. Aunque me queda la duda de si fue por una cuestión de ética o de que le faltaba tiempo para atender a sus pacientes en plan privado.
Dicho esto, solo me queda decir que el nombramiento de Juan Cotino, como conseller de Bienestar Social y dependiendo de él, que tiene intereses en el sector privado, lo referente a la construcción de geriátricos públicos, si Camps no habrá puesto a un zorro a cuidar gallinas.