Hacia una España Mejor

sábado, diciembre 23, 2006

Constitución y concordia

Todo aquello que se pretende que se plasme en la Ley de la Memoria Histórica es algo que de hecho subyacía en la sociedad española y que estaba ahí larvado pero sin que ello supusiera un sentimiento de rencor, de odio o de revancha, se trataba de una cuestión muy simple: Resolver y aclarar que había sido de los miles de españoles desaparecidos durante la represión franquista al finalizar nuestra Guerra Civil.
Cuando se aprobó la Constitución Española de 1978, se habló, y se sigue hablando, de que esta era la Constitución de la concordia y de la reconciliación. Efectivamente de eso se trataba de armonizar y de recuperar la amistad entre los diferentes pueblos y gentes de España. Pero, y esto no quiero que se interprete mal, nuestra Carta Magna, esa que de algún modo tenía que llevar a los españoles a la igualdad, al menos a la igualdad social y a un trato justo, se cerró en falso y se cerró en falso por los temores que existían, sobre todo en la izquierda política, de que si se trataba el tema de lo sucedido en la posguerra con lo de las personas desaparecidas ello nos podría llevar a una involución y podía peligrar ese embrión de democracia que comenzó a desarrollarse a partir del 20 de noviembre de 1975. La fuerte apuesta de los partidos de izquierdas por que la democracia fuera posible en España les llevó a renunciar a pedir algo que era justo y de ello se aprovecharon los partidos de derechas que de este modo intentaban que se enterrara y se olvidara una etapa negra de la historia de nuestro país.
Había duda, había temor y por que no decirlo claramente, había miedo. Todos los que de algún modo hemos estado inmersos en movimientos sociales de cualquier naturaleza antes y después de la muerte del dictador, percibíamos que si bien los tiempos de dictadura de Franco, habían sido tiempos difíciles, observábamos con preocupación que los años posteriores no eran nada tranquilizadores. En pocos palabras: en la última mitad de la década de los años 70 y en el primer quinquenio de los años 80, no sabías con quien te la jugabas.
Todo eso hizo que la izquierda política no reclamara su derecho a saber de aquellos que un mal día fueron sacados de sus casas, encarcelados, juzgados mediante juicios sumarísimos, condenados a muerte, ejecutados y enterrados en sitios donde no sabe quien. Y está claro que llegaría el día en que eso debería aflorar, no por satisfacer odios, rencores o revanchas, sino para que a todos los que fueron injustamente tratados se les repusiera su honor y su dignidad como seres humanos.
Si hubo un día en que no se hizo lo que se debió hacer, porque había más que dudas de la reacción que en algunos sectores radicales de la derecha podía desencadenar esta necesaria iniciativa de reparación moral y que ello podía provocar una regresión del régimen democrático, es hora ya de que se haga porque así lo apoyan la mayoría de los españoles de bien. En mi opinión el Gobierno de Zapatero debe afrontar esto con decisión y sobre todo con un verdadero y amplio deseo de que se haga justicia. O la Ley sirve para que realmente se haga justicia o mejor dejar las cosas como están. Aquí no valen tibias actitudes.

viernes, diciembre 15, 2006

Zapatero culpable


Cuando en la sesión de control al Gobierno celebrada en el Congreso de los Diputados el pasado día 13, Mariano Rajoy le dijo a Zapatero que lo que tenía que hacer el Gobierno era volver al pacto antiterrorista y por las libertades, el presidente del Ejecutivo le respondió “vuelvan ustedes a donde ha estado siempre la oposición ante ETA y ante la violencia: apoyando al Gobierno, porque esa es la oposición que quieren todos los ciudadanos”. Mejor y más clara respuesta no se podía dar, no obstante eso debió sonarle a extraño a Rajoy, máxime cuando están como borricos a punto de alcanzar la zanahoria.
Las manifestaciones de los representantes de algún partido vasco y de la izquierda abertzale están queriendo dar a entender que ETA va a dar por finalizada la tregua y que por ello pueda darse algún atentado, por cierto el peluquero y presidente de la AVT, Francisco José Alcaraz, ya ha dado fechas, la tregua se romperá el próximo día 22 y el primer atentado, eso sí, dice que sin víctimas, tendrá lugar el 10 de enero próximo mediante coche bomba y en una zona poco frecuentada, esto es lo que ha desvelado el vendedor de crecepelos. En el PP tuvieron mucho tino al promocionar a éste señor para presidente de la AVT. ¿Quién mejor que un vendedor de crecepelos para tomarle el pelo a la gente? Imagine usted, querido lector, si esto llega a predecirlo alguien que no sea afecto al Partido Popular, a esta hora estarían pidiendo investigaciones y, como no, la dimisión de Rubalcaba. Solo hay que ver lo que dijo Pedro J. Ramírez, sobre que Vera había informado a los socialistas de que se iban a producir detenciones de terroristas islamistas al día siguiente del 11-M. Todos sabemos que lo que dice Pedro J., siempre es pura y simple mentira. Pero eso no fue obstáculo para que el PP pidiera investigaciones y dimisiones. Pero a lo que iba, ante la posibilidad de que ETA pueda dar por finalizada la tregua, su tregua que no la del Gobierno porque este no ha observado tal tregua y la policía y la Justicia han continuado deteniendo y juzgando a terroristas etarras. Pero esa posibilidad de finiquito del alto el fuego permanente ha hecho que se iluminen los rostros de la derecha y que sus ojos reflejen el momento de alegría que están atravesando, se les ve contentos. Si esta posibilidad de la reanudación de la actividad terrorista no se diera, ello supondría que en el PP se verían obligados, para mantener su cerril actitud, a tener que recurrir a culpar al presidente de los tres años que ETA lleva sin matar y de los casi nueve meses de inactividad de la banda terrorista. Yo les creo capaces de llegar a eso y más. Ello les supondría el hundirse, aún más si cabe, en el descrédito y en el ridículo. A estas alturas no creo que en el PP se ofenda alguien si digo que ellos no están por la paz. Ni ellos ni los que le hacen el coro.

martes, diciembre 05, 2006

El perro de los obispos

Atiende al nombre de Federico y profiere grandes ladridos cuando le ponen delante un micrófono a
l que confunde con un hueso. Me estoy refiriendo, creo que lo habrá adivinado, a Federico Jiménez Losantos, el perro de los obispos. No es que yo le quiera comparar con un perro, pobres perros, estos son más nobles y educados que este desquiciado sujeto.
Acaba de decir, refiriéndose al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que “dan ganas de decirle ¡de rodillas, perro!“ No es la primera vez que se refiere a Rubalcaba en tono tan insultante, ya en otra ocasión le comparó con un personaje tan abyecto, sanguinario y criminal como fue Hassan-al-Sabbha, más conocido como El Viejo de la Montaña. En otro momento, refiriéndose al Gobierno dijo que era igual que ETA incluso en la capacidad de matar. También animó a los ciudadanos a aplicar el tiranicidio, asesinar y tomarse la justicia por su mano, a Zapatero.
Hay momentos que uno llega a pensar como los obispos se atreven a hablar de la buena convivencia, de la necesaria reconciliación y de la moral y en cambio son capaces de mantener en su plantilla de empleados a semejante agitador que no hace más que incitar al enfrentamiento, y ese pensamiento me lleva hasta el extremo de imaginar si es que a este lo utilizan para decir aquello que ellos, por su condición de religiosos, no deben decir públicamente lo que realmente piensan. De él llegó a decir el cardenal Amigo, que la emisora capitaneada por Federico Jiménez Losantos es “una bendición de Dios”. En lo que yo conozco de la Biblia, Dios no habla de bendecir a los que insultan, a los que llaman al asesinato y a los que en todo momento intentan buscar el enfrentamiento verbal y físico. Pero si lo dice un cardenal…
Pero hay algo en todo esto que es lo más lamentable. Federico Jiménez Losantos, el perro de los obispos, no hace y dice estas cosas por convicción, las hace y las dice por dinero y como ejemplo de ello la respuesta que le dio a su hijo cuanto este le dijo que por que no empleaba otras palabras en sus intervenciones radiofónicas: “Ya, ibas a estudiar tú en una universidad americana si lo digo de otra manera”. Esa fue su respuesta. Dice las cosas que dice solo con el fin de llevarse un buen hueso a la boca.